¡Pronto una gran novedad para el turismo!

TANTARICA SAGRADO/GANADOR CONCURSO

Tantarica sagrado

Impresionante santuario preinca, considerado como el “Machu Picchu del Norte”, fue conquistado por un equipo de aventureros trujillanos tras cabalgar cuesta arriba en andes cajamarquinos.


Pier Barakat Chávez
pierbarakat@laindustria.com

Al llegar a las faldas del cerro Tantarica, con el cuerpo molido, el rostro achicharrado y el corazón latiendo en la garganta, siento que la expedición fue una verdadera locura. Sin embargo, tras derrochar un último esfuerzo llego a la cima y –sintiéndome el rey del universo– fijo la mirada en el horizonte y aprecio las nubes de algodón que envuelven al cielo perfecto de los andes, sólo entrecortadas por algunos gavilanes hambrientos que vuelan en círculos.
Aunque parezca increíble, desde este punto de la serranía norteña, donde los pulmones se inflan con un viento fresco y reconstituyente, se abre majestuosamente un mapa de todas las regiones naturales del Perú, desde los caminos costeros, pasando por los valles interandinos, hasta la gran cordillera. Aquella pirámide de los libros de primaria, elaborada por don Javier Pulgar Vidal, se observa desde aquí en vivo y en directo.
No obstante, el verdadero atractivo de este viejo Apu no son la flora, la fauna ni el paisaje. Tantarica, montaña ubicada en el departamento de Cajamarca a una altitud máxima de 3 mil metros, guarda un milenario tesoro arquitectónico edificado por nuestros antepasados para rendir culto a sus dioses: ruinas pétreas que, por su extensión e importancia histórica, son consideradas por numerosos investigadores como el verdadero “Machu Picchu del Norte”, por encima incluso de Kuélap. Estando aquí, en esta cúspide sagrada, me retracto: la verdadera locura hubiera sido no emprender la expedición.
AQUISITO NOMÁS
El caballo gordo y canelo que me conduce cuesta arriba no tiene nombre; pero lo he bautizado como “Trueno” por la rapidez que alcanza pese a su grosor.
Tuve suerte con mi equino, pues el que escogió el profesor Leonardo Herrera Vásquez, jefe de la expedición, es chúcaro y saltarín. “Seguro quiere una hembra”, comenta Leonardo mientras cabalga lentamente hacia el poblado de Catán, nuestro siguiente destino.
El último contacto con la civilización moderna, por decirlo así, ocurrió hace algunos minutos cuando descendimos del bus proveniente de Trujillo en el paraje conocido como “El Sapo”, que se ubica a escasos cinco minutos de Chilete. El vehículo continuó su marcha hacia Cajamarca, mientras que los aventureros, previo desayuno en una bodeguita, ya escogíamos nuestro caballo.
Son más de la 1:00 de la tarde y el sol nos envía rayos ardientes. Elina Barturén, directora regional de Turismo de La Libertad, prefiere montar una mula cobriza que avanza lento pero seguro. Humberto, un hombre natural de Catán que utiliza llanques y sombrero, lleva a la mula cogida por una cuerda. “Allá al fondo, tras estos cerros, está Catán. Yo creo que llegaremos en cuatro o cinco horas”, comenta el lugareño y motiva en nosotros los primeros suspiros de desesperación.
Sin lugar a dudas, el más entusiasta de todos es el profesor Leonardo. Él fue el “loco” que organizó la expedición. Es trigueño, de mirada vivaz y sólo se diferencia de Humberto por el reloj que lleva en la muñeca, las zapatillas de lona y el estuche de cuero que pende de su correa. Si no fuera por estos objetos modernos pasaría tranquilamente por un “paisano” del lugar. “Yo soy de Chota”, diría más tarde.
Leonardo enseña historia y geografía en la Gran Unidad Escolar de Trujillo, pero confiesa que su mayor pasión es investigar las culturas preincas que se desarrollaron en el norte peruano. El primer fruto de sus innumerables caminatas e indagaciones en los andes es el libro El ciclo mítico de Cuan y Tantarica, donde analiza desde el punto de vista histórico y social la importancia del santuario que visitaremos.
Lo que más le gusta contar al maestro es la antiquísima tradición oral sobre el amor que surgió entre Cuan y Tantarica que –según su teoría– son un pozo de agua y un cerro que representan a los actuales poblados de Contumazá y Catán, ambos divorciados por celos políticos y sociales.
La leyenda cuenta que Cuan era el príncipe de las lluvias que se enamoró perdidamente de la doncella Tantarica y, para conquistarla, construyó un canal de agua hasta sus faldas. Pero por una traición, hundió el acueducto y dejó en sequía a todos los pueblos aledaños al cerro Tantarica. “Catán es un pueblo seco, donde ni siquiera llueve mucho. Por eso, esta leyenda debe tener algo de cierto…”, sospecha Leonardo, al tiempo de arrear a su caballo y darle ánimos a Celso Roldán, nuestro robusto fotógrafo que lucha contra un impertinente dolor de rodilla.
El camino hasta Catán está lleno de espinos y por momentos los caballos se detienen a beber agua en algún riachuelo. Los flancos son adornados por miles de margaritas y otras flores rojas conocidas como “gaseosa”, por su dulce sabor. Más arriba, donde el terreno va poniéndose seco, aparecen muchos cactus que yerguen solitarios entre el ichu y las rocas. La tarde va cayendo y la línea del horizonte se torna anaranjada. Son casi las 6:30 y por fin aparece Catán, como un pequeño pueblo con no más de 200 casas. Elina es la más feliz. “Quisiera tomar un baño con agua hirviendo… estoy cansadísima”, comenta, sin saber que aquella noche –al igual que los demás expedicionarios– sólo se lavaría la cara y las manos con agua extremadamente fría. Luego, a esperar el alba.
UN MÍSTICO CAMINO
No hubo tiempo para desayunar. Ni siquiera para despertar del todo. Leonardo no se apiadó de nuestro cansancio y nos sacó de la cama a empellones. Elina sí despertó a las 5:30 de la mañana, como habíamos quedado, y se adelantó montada en la misma mula que la trajo hasta Catán. El resto del grupo, al cual se acoplaron dos arqueólogos que llegaron en camioneta por la carretera de Contumazá, no tuvo otra alternativa que emprender una larga caminata hasta las ruinas.
Cada paso en estos caminos empinados me hace sentir una mística indescriptible, hasta el punto de emocionarme. Al fin y al cabo, siglos atrás, en estas mismas cuestas plantaron sus huellas los antepasados que hoy alimentan con polvo nuestra marcha. “Vamos muchachos, a lo mucho llegaremos en una hora”, dice Leonardo. Celso, muy agitado, me lanza una mirada cómplice. En definitiva, no le creemos.
Según los investigadores, las ruinas de Tantarica fueron construidas en la época preincaica, contemporánea con el reino de Chimú, entre los siglos XIV y XV, y constituyeron el más importante santuario de todas las culturas que se asentaron al norte y sur del río Jequetepeque. Todas sus construcciones tienen fines ceremoniales y se presume que los antiguos habitantes adoraban allí al trueno, por ser el dios que anunciaba la lluvia.
La ubicación estratégica de este centro de culto preinca, por otro lado, podría haber servido también como un mirador o una fortaleza, desde donde posibles vigías monitoreaban el movimiento de pueblos enemigos.
Tal vez fueron miembros de la cultura Cuismancu quienes construyeron parte de la fortaleza actual. Ellos adoraban a Catequil (el rayo) y hablaban el idioma Culli. Sin embargo, tras la llegada de los Incas el santuario pasó a formar parte de los dominios de Cajamarca y, además, se levantó en el lugar otra plataforma con nuevos cuartos, jirones y nichos.
La historia indica que el descubridor de Tantarica fue Baltasar Jaime Martínez de Compañón, obispo de Trujillo en el siglo XVIII. Posteriormente, en 1944, el arqueólogo alemán Hans Horkeimer, junto con Eulogio Garrido y Max Díaz, llegó a las ruinas y señaló: “son extensas y cubren varias hectáreas en la pendiente oriental del cerro, y no representan una ciudad, sino más bien una fortaleza”. Esto lo confirmaríamos minutos después, al llegar al santuario.
Los arqueólogos nos han sacado ventaja y Leonardo ahora interpreta una melodía nostálgica con una quena que llevaba escondida en el bolsillo. Sus notas se confunden con el canturreo de aves lugareñas y extraños insectos.
De pronto, a la distancia, aparece el cerro sagrado que –mirándolo bien– tiene la forma de un sombrero de paja gigante. Ya deben ser las 10:00 de la mañana.
Leonardo se detiene y se lanza a la grama como un niño. Aprecia la montaña con ojos de enamorado enloquecido y se confiesa: “Dicen que allá está atrapado mi espíritu”. Enseguida, entona un yaraví: Como la nube se deshace, hay mi dueña/ cuando el sol le comunica, su calor lento/ hay de tu amor el fuego, dejó todo un incendio/ cómo ablandar no puedo, tu duro pecho./ Siempre te he querido, nunca fui de otro dueño/ y por caricias, recibo tu menosprecio.
LUGAR CON FUTURO
Elina Barturén, quien ya descansa en la primera plataforma del santuario, considera que actualmente se podría explotar este sitio arqueológico como una ruta de expedicionarios. De igual forma, añade que Catán tiene en estas ruinas una oportunidad invalorable para conseguir su desarrollo. “Los mismos pobladores deben acondicionar en sus casas habitaciones para los turistas, no es necesario que una empresa construya un inmenso hotel o un lujoso restaurante. El pueblo mismo lo puede hacer”, sostiene.
La directora de Turismo señala que este circuito generaría además un movimiento comercial importante para quienes alquilarían los caballos, para guías turísticos y vendedores de agua y comida, entre otros. “A medio camino debería construirse un tambo, con provisiones para los excursionistas. Sólo es cuestión de decidirse”.
En las partes altas del santuario hay muchas abejas y la maleza ha ganado terreno en las paredes, que sea de paso, no son tan perfectas como las de Machu Picchu, pero sí igual de impresionantes. En el lugar se aprecian diversos pasadizos, puertas estrechas, murallas gigantes y una plataforma sagrada con dos círculos pétreos que hasta el menos instruido se daría cuenta que sirvieron para oficiar rituales o sacrificios.
A la distancia, desde la cima, aparecen poblados como San Miguel, San Pablo y Tembladera, con su gigantesco Gallito Ciego. En otras ocasiones, cuando la costa está despejada, se puede observar hasta el mismo Pacasmayo. “Desde acá se domina el mundo. Es un lugar místico, con un potencial económico y cultural que sacaría de la pobreza a Catán”, señala Leonardo, tras asegurar que hasta la actualidad algunos pobladores de las zonas altas continúan entregando ofrendas a dioses paganos en Tantarica. “Hemos encontrado huesos, frijoles y entierros”, dice.
El recorrido por la ciudadela ha durado cerca de tres horas y, a estas alturas, los cuerpos se han cargado con un bochorno insoportable. Miles de abejas siguen zumbando en nuestros oídos y en el cielo nos sigue vigilando un gavilán. Dos pastorcitas han ingresado a las ruinas con decenas de cabras de monte para alimentarlas de la maleza. Una de ellas se acerca a Elina y le regala un choclo. Le sonríe. Y se va. Yo, extasiado, volteo la mirada al camino y recuerdo algo importante: Hace falta retornar a pie. No queda otra. Que Dios y nuestro físico nos amparen.
DATOS IMPORTANTES:
- Se puede llegar en carro hasta el mismo Tantarica, ingresando a la carretera de Contumazá. El pasaje desde Trujillo cuesta 25 soles.
- Se presume que el término Tantarica significa “reunión por poco tiempo”, al derivarse de la raíz quechua “tantaricuy”.
- En 1997, el Instituto Nacional de Cultura realizó el levantamiento topográfico y planimétrico de Tantarica a cargo de la arqueóloga Vivian Araujo.
- En Tantarica se han hallado huacos del estilo Chimú, así como platos, vasijas y aríbalos con diseños de aves y monos de la época Inca.

7 comentarios:

Nicanor Becerra Castañeda dijo...

felicitaciones al autor de la nota y que bien por Leonardo herrera -mi amigo y compañero de trabajo en el Instituto "Ciro Alegría" de Chepén- quien poco a poco ve cumplir su sueño de que el mundo conozca Tantarica. Lástima no haber formado parte de esa expedición (Leonardo me invitó reiteradas veces), estoy en deuda, visitaremos ese santuario, ahora mas motivado por tan amena nota. Atte. Nicanor Becerra Castañeda. nibecbb@hotmail.com

johnbonor dijo...

excelentes relatos y experiencia...solamente q faltaron las fotos del lugar y las coordenadas de importancia para investigadores peruanos y extranjeros..suerte

Anónimo dijo...

Conocí Tantarica recientemente llegando desafortunadamente solo y sin guía; aún así el lugar es impresionante, se siente que faltan ojos y tiempo para terminar de observar todo el lugar, así de satisfecho volví y encontré a un lugareño quien me contó de la existencia de cuevas y túneles usados algunos como "prisiones"y muchas maravillas más. Luego de ello, pienso que es un gran desperdicio tener un sitio arqueológico tan grande y que no esté debidamente promocionado sin mantenimiento, sin ningún tipo de guía turística para su visita y sin autoridades con visión de convertirla en lugar de visita obligado para turistas en el norte del ´país,(Que pienso que definitivamente lo es). Recomiendo visitar Tantarica y luego dar a conocer de la riqueza arqueológica de esta tierra.
El cansancio vale la pena...
César Díaz L.

Anónimo dijo...

hola a todos y saludos cordialmente al autor de esta pagina en verdad me siento muy feliz y emocionado alver que alguien se acordo de esta tierra TANTARICA yo soy del caserio del salitre y lastimosamente no eh podido visitar tantarica pero e sinteresante ver que alguien se inspira en promocionar el turismo en este hermozo lugar

fernando alva dijo...

Esto si que es muy interesante,soy un hijo de esta tierra prodigiosa pero no vivo en ella regrese después de 32 años llegue a Tanta rica lugar que conocí cuando era niño,me emocione tanto al ver que esta riqueza tan grande de la zona se encuentre tan abandonada tanto por sus autoridades locales como Regionales que no hacen nada por protegerlo;es increíble que profesores del lugar ayean formado una red para celebrar actividades culturales en medio de este centro arqueología que lo que están haciendo es distrayendo las fortalezas existentes, no estoy en contra de estas actividades lo que estoy diciendo es que no lo realicen allí. Demos formado una Asociación Tanta rica en Trujillo y estamos dispuesto a trabajar para sacar a flote este centro arqueológico mas importante de la zona si neceas unirte comunícate cel.947003953.

Fernando alba soto dijo...

yo creo que es hora de ponernos a trabajar para ponerlo a Tanta rica en el lugar que se merece hoy como Presidente de la asociación Tanta rica en Trujillo quiero agradecer el creador de esta pagina en la que podemos hacer nuestros comentarios y presentar alternativas de trabajo nosotros ahora somos una institución legalmente constituida y sin fines de lucro,estamos elaborando el proyecto para recuperar esta riqueza que esta a punto de desaparecer.Si deseas saber mas comunícate al cel.949936770 o al 044328635.

Pompeyo Lopez dijo...

Tantarica, paraje indescriptible, al leer este documental me vienen a la mente aquellos mágicos e inolvidables recuerdos de mi niñez, mas o menos por los años 70 "Tenia 6 años de edad aproximadamente, cuando mi profesor Armas, me llevo en hombros desde Catan a Tantarica para declamar una poesía, en el mes de junio; fecha en la que celebraba el día del Indio en la fortaleza de Tantarica, (día del Campesino) por aquellos años se reunían en este día los alumnos de las escuelas de todos los caseríos y pobladores aledaños, llevaban sus alimentos propios de la zona y agua cargados en porongos a lomo de bestia, pues en sabido es una zona donde no hay ningún manantial, propios del pueblo de Catan, eran esos días una verdadera celebración".
Es así que al leer estas lineas me motivan a invitar a quienes visiten este Blogger o lean este documental visiten las ruinas de Tantarica y también el pueblo de Catan que actualmente es uno de los distritos de la provincia de Contumaza olvidados, que necesitan el apoyo de las autoridades distritales que mejoren su infraestructura en el pueblo de Catan e invertir también el centro arqueológico promocionando el turismo para así ayudar al pueblo de Catan a salir de la pobreza y del olvido y que su valiosa fortaleza sea conocida.