¡Pronto una gran novedad para el turismo!

DAMA DE CAO

La Señora de Cao
deslumbra en Chiclín

• Réplica atrae a muchos turistas

sasagui35@gmail.com

Como ya nos tiene acostumbrados la arqueología peruana, el descubrimiento de la Señora de Cao, el año pasado, se convirtió en un acontecimiento de talla mundial, equiparada con el Señor de Sipán. La noticia dio la vuelta al orbe y, para no trastocar las costumbres modernas, las fotografías y los datos fidedignos primero fueron conocidos en el extranjero, luego que la revista National Geographic publicara un informe exclusivo cedido por los investigadores.
Los peruanos y, sobretodo, la gente del norte nos quedamos con ese sinsabor de confirmar esa gran noticia a través de informaciones foráneas. Hasta el momento nadie ha visto ese personaje, pero ya es famoso por su trascendencia histórica y jerárquica.
Esta semana, una réplica de la Señora de Cao fue presentada en la Feria Mundial de Turismo de Londres (Inglaterra) hasta donde fue trasladada por funcionarios de Promperú, como parte de las últimas novedades turísticas del norte peruano.
Una vez más, el acontecimiento primero fue para los extranjeros. De acá salió, pero nadie la vio. Que todo sea por el turismo, por esos millón 700 mil turistas que se espera arriben hasta fines de 2006 al Perú, lo cual representará ingresos ascendientes a 1.500 millones de dólares, lo que supone un incremento del 10 por ciento con respecto del 2005.
Esa nostalgia, aunque no la exterioricemos, los norteños la llevamos dentro, siempre a la zaga de lo nuestro. Al influjo de esa sensación cavilaba los últimos días, hasta que encontrarme con Jorge Cox Denegri, el Quijote de la cultura y el turismo del norte, quien orgulloso me dijo: “La Señora de Cao ya está en el Museo Chiclín”
- ¿Cómo? ¿Acaso no se encuentra en proceso de investigación en el mismo complejo arqueológico El Brujo?
- Es una réplica, que acaba de ser confeccionada para no quedarnos con las ganas de ver la imagen que fue llevada a Inglaterra.
Como no podía ser de otra manera, llegué hasta el Museo Chiclín para mirarle los ojos y el tatuaje a esa tal dama de linaje mochica, que está a la vista de turistas nacionales y extranjeros, pero sobretodo de los escolares que casi a diario visitan este atractivo del valle Chicama, ávidos de conocer su historia y sus tradiciones y así profundizar su identidad.
Protegida al interior de una vitrina y apoyada en sus dos cetros, su alteza da paso a los visitantes que ingresan a la Sala Arqueológica Jorge Cox Larco, que en sus dos ambientes alberga ceramios, textiles, momias, tallados en madera, utensilios, instrumentos musicales, objetos de pesca y otros de las culturas Chancay, Nazca, Paracas, Chimú e Inca; así como de las civilizaciones preincas de la costa norte: Paijanense, Cupisnique, Vicus, Salinar, Virú, Mochica, Lambayeque y Chimú.
Esta réplica fue confeccionada a escala real por los conservadores Carlos del Mar y Ronald Salas, ambos radicados en Trujillo, pero procedentes del Cusco; paradojas de la vida, la efigie llevada a Londres también fue hecha por cusqueños.
Henchido de orgullo al ver esa imagen, mi satisfacción es plena mientras recorro estos ambientes, herederos del Museo Rafael Larco Herrera (1926-1956) y del Museo de Chiclín 1961-1980), que tuvieron un aproximado de 45 mil piezas arqueológicas.
Jorge Cox, con la emoción que lo caracteriza cuando habla de este legado, estima que exhibe alrededor de mil objetos arqueológicos, entre ceramios, textiles y momias, cuya exhibición no termina allí.
Su afán por diversificar el museo lo llevó a acondicionar la Sala Larco, en la que muestra la historia de esta familia de origen italiano que se convirtió en ejemplo de esfuerzo, dedicación, filantropía y mecenazgo, no solo en el valle Chicama, sino a nivel nacional, durante casi 100 años (1872 a 1969). Estos hombres y mujeres se dedicaron al cultivo de la caña y producción de azúcar, impulsando la agroindustria, el deporte y la cultura. Sus haciendas fueron modelo de organización en el país, hasta su decadencia con la Reforma Agraria, del Gobierno Militar. Esto se percibe en las fotografías, recortes periodísticos, instrumentos tecnológicos y los diversos elementos tecnológicos que observamos.
La Galería de las Haciendas Chiclín y Salamanca nos trasladan a los siglos XVIII y XX, con imágenes de la actividad agrícola, ganadera, la vida social, religiosa, cultural, las festividades y tradiciones. Especial impacto nos causan los teléfonos antiguos, los microscopios, los billetes, las monedas y planos usados en esa esplendorosa industria.
PATRIMONIO INDUSTRIAL
Testimonio de tal ingeniosa grandeza es la imponente locomotora a vapor del año 1914, con su carro de línea, usada en la Hacienda Chiclín, que con mucho esfuerzo fue rescatada del olvido y la desidia. “Me vi obligado a comprar lo que perteneció a mi familia y que le quitó la dictadura. Mi único afán es mostrar el pasado grandioso de este pueblo, parte de nuestra identidad”, comenta Cox Denegri.
Muy cerca de esa reliquia -conservada diligentemente- que surcó los pueblos del valle Chicama en el siglo pasado, está un pequeño trapiche, usado en la oficina técnica del laboratorio de la hacienda Chiclín. Este que sirvió para analizar los niveles de sacarosa en la caña a fin de proyectar la cantidad de azúcar que se obtendría.
Mientras camino por la plazoleta, adjunta a estas salas, observo aquellos viejos y gruesos ficus, mudos testigos de esa historia hecha a mano y mucha dedicación, ejemplo que nos da Jorge Cox. Sino fuera por él no conoceríamos esa herencia cultural y tradiciones liberteñas, expresadas en la ‘Piedra de la Horca’ o la rueda del molino de piedra, gigantescas moles traídas desde muy lejos, “sólo por amor a lo nuestro”.
Esos árboles fornidos, como los de la Plaza de Armas, tienen más de 100 años, al igual que los documentos, fotografías, testamentos, cartas, libros contables y otras valiosas fuentes documentales celosamente custodiados.
Estos son motivos más que suficientes para visitar en familia y adentrarnos en este reducto de nuestra historia, matizada con leyendas y tradiciones que personalmente reseña Jorge Cox.
SU MAJESTAD, UNA GOBERNANTE DE TALLA
La Señora de Cao fue encontrada en el 2005 en el Complejo Arqueológico El Brujo o Cao Viejo, en el distrito de Magdalena de Cao. En la parte superior de una pirámide se encontró la tumba de una joven mujer, de entre 20 y 25 años y una altura de 1,45 metros, con el cuerpo tatuado de serpientes y arañas y cubierto por collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y turquesa.
En la tumba se encontraron cetros de madera forrados de cobre, utilizados en las ceremonias como símbolos de poder y hegemonía, por lo que se cree que gobernó en el norte del Perú hace unos 1.700 años.
Es la primera vez que se encuentra una mujer gobernante de esta cultura, pues se tenía la creencia de que solo los hombres gobernaron. Lo sorprendente es el excelente estado de conservación de la piel de la momia y los textiles, gracias a que no estuvieron en contacto con el agua al estar cubierta con una capa de sulfuro de mercurio, sustancia venenosa para las bacterias que podrían haber deteriorado el cuerpo.
El lujo de los adornos y vestidos que acompañaban el fardo funerario de la mujer, además de otros símbolos de poder, confirmaron el estatus de la gobernante. Su deceso se produjo aproximadamente 250 años después de Cristo y unos 100 años antes del apogeo del Señor de Sipán, quien se consideraba el líder más antiguo de esa región norteña de Perú.
El cuerpo de la dama tiene tatuajes de serpientes y arañas que representan la fertilidad de la tierra pero que también revelarían sus dotes como adivina, según el arqueólogo Régulo Franco Jordán, miembro del equipo descubridor.
El complejo está formado por cinco pirámides de barro y la tumba fue hallada en una plataforma intermedia, lo cual la preservó de las intensas lluvias que caen en esa zona costeña y del efecto de la capa freática del subsuelo.
En la tumba se encontraron cetros de madera forrados de cobre, utilizados en las ceremonias como símbolos de poder y hegemonía, así como diversas placas de metal sueltas que cubrían la mortaja de algodón natural. El equipo de expertos especula que la Señora de Cao pudo estar embarazada cuando falleció o que se produjo una grave crisis social por las torrenciales lluvias.
PROYECTOS EN LA MIRA
Para el 2007, el impulsor de este museo proyecta habilitar la sala de la historia azucarera en el valle Chicama, en la que mostrará las actividades que se cumplieron en los antiguos ingenios: Sausal, Roma, Chiquitoy, Casa Grande y Cartavio. Asimismo, fotografías de los fenómenos El Niño de 1925 y 1998, los que afectaron el valle Chicama. Ello demandaría un presupuesto de 2 mil dólares, que los cubrirá con los aportes solicitados a los actuales directivos de las empresas agroindustriales de este valle.
La sala de inmigración al valle Chicama es otro de sus anhelos, puesto en ellas exhibirá la presencia de los esclavos negros, los chinos o culíes, japoneses e italianos. Chiclín fue la primera hacienda que acogió a los orientales en el Perú, por eso Carlos Larco Herrera fue nombrado cónsul general honorario del Japón.

DATOS LIBRES
PLAZA DE ARMAS
La Plaza de Chiclín, en su momento, fue una de las más bellas del la libertad. Aún están incólumes la estatua al Cristo Rey que en 1943 fue construida por el reconocido escultor Filomeno Melgarejo. Asimismo, el busto en bronce levantado en homenaje a Javier Larco Herrera. Y el monumento en mármol de carral (1920) del escultor italiano Enrico Gazeri, mediante el cual se rinde homenaje a la familia y al trabajo. Al frente tenemos la Capilla del Señor de la Caña que data de 1932 que fue mandada a levantar por los Larco, imitando el estilo del convento colonial San Francisco (Lima).
TEATRO DE CHICLÍN
Es una hermosa casona que se mantiene en pie pese a que la mayoría de las antiguas edificaciones de madera ya fueron derruidas y arrasadas por las ansias de modernidad de sus actuales propietarios. En este teatro estuvieron la peruana internacionalmente conocida Ima Sumac, la poetisa chilena Gabriela Mistral, la bailarina rusa Norka Ruskaya (la misma que danzó en una madrugada en el cementerio Presbítero Maestro, en Lima, lo cual le valió la censura de la sociedad capitalina). También albergó al arqueólogo alemán Max Ulhe, todos traídos por el mecenas Rafael Larco Herrera, quien apoyó a los artistas de la época.
ARCHIVO DOCUMENTAL
En los documentos, revistas y libros que guardados en el archivo encontramos valiosos datos de la historia de Trujillo, pero sobre todo algunos detalles sobre las calles, la Plaza de Armas de la Capital de la Primavera, las plazuelas y otras que nos ayudan a comprender la importancia que tuvo cada espacio público que ahora pasa desapercibido o que está abandonado a su surte. No podemos dejar de lado los ejemplares de los periódicos del siglo pasado: el diario La Industria, La Nación, la revista Variedades, y otras, a través de las cuales se expresó la sociedad liberteña.
CAMPOS DE CULTIVO
Si estamos en Chiclín no podemos dejar de admirar los extensos campos de cultivo de Caña de Azúcar, los que podemos recorrerlos a pie o a lomo de caballo, como los viejos tiempos, entre los cuales nos topamos con los restos de antiguas huacas, como mejor testimonio del rico pasado preinca que floreció en el valle Chicama, al igual que en Moche, Virú y Jequetepeque. También podemos recorrer esa alameda de la calle principal donde está una hilera de viejos y fornidos ficus.
TRANSPORTE
El trayecto de Trujillo a Chiclín se cubre a través de la carretera Panamericana. Los buses que nos llevan cobran un promedio de 2 soles, y se abordan en el terminal terrestre Santa Cruz.

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