¡Pronto una gran novedad para el turismo!

EL CHAPARRÍ


Chaparrí asoma al mundo
Paradisíaco destino para disfrutar de la naturaleza


Texto y fotos:
Hernán Flores Rodríguez
Pedro y Juan son dos personajes de nombres bíblicos que predican su propio evangelio: la conservación de la reserva ecológica Chaparrí, en el distrito de Chongoyape, provincia de Chiclayo, entre los 450 y 1390 metros sobre el nivel del mar.
Hace seis años nadie daba un sol por esta área natural, ahora ha adquirido un verdadero potencial turístico que asoma al mundo.
Ambos han personajes han cambiado su vida de manera radical, viven en una suerte de paraíso escondido que invitan conocer a cuanto visitante nacional o extranjero ingresa a la reserva.
Antes eran dos empedernidos cazadores furtivos que pocas veces fallaban la puntería para matar venados, osos, pavas aliblancas, entre otros animales en peligro de extinción de la basta fauna silvestre. Pero no solo eso, también arremetían contra el bosque; conformaban el ‘ejército’ de taladores que derribaba árboles para convertirlos en leña y obtener algunos soles. Cada día ‘sepultaban’ decenas de ellos. Era su mundo y punto.

Pedro Cáceres Álvarez, a sus 65 años, recuerda con nostalgia su pasado en el bosque Chaparrí. En la memoria de muchos todavía queda la imagen del mejor cazador de la zona, bajo el proverbio popular: "puesto el ojo puesto la bala".
A la fecha ha perdido la cuenta sobre el número de venados que mató con su carabina bien lustrada, aunque haciendo algo de memoria y un tanto tímido dice que eran uno o dos semanales. Imagine usted, en sus 45 años de actividad en la casería mayor ¿cuántos animales habrá matado?
Pedro cuenta que unas 100 noches ha dormido en el campo, muchas veces sin comida ni agua, en su afán de cazar venados.
Juan Carrasco Fernández, entre las anécdotas que recuerda, son las competencias de niño y adolescente en las que participaba, certámenes que los ganaba quien mataba más aves.
Ahora, en una nueva etapa de sus vidas, son guías del circuito turístico de la reserva el Chaparrí, donde se promueve la defensa de la flora y fauna silvestre. Incluso, está prohibido matar hasta las arañas, sino hay que preguntarle a los colegas que participaron del press tour organizado por Promperú.
¿Qué pasó con ellos? Es la pregunta de rigor. Resulta que en su condición de integrantes de la comunidad campesina Santa Catalina, en alianza estratégica con el empresario chiclayano Heinz Plenge (descendiente alemán), el Estado, ONGs y otras instituciones, decidieron apostar por un proyecto al que denominaron Área de Conservación Privada Chaparrí, con el fin de impulsar el turismo rural - vivencial.
Estas experiencias las recogimos hace una semana, cuando llegamos hasta el lugar a invitación de Promperú, junto a colegas de Lima y Chiclayo.
Todos quedamos sorprendidos por la mística de amor a la naturaleza que profesan quienes están involucrados en el proyecto futurista. En este rincón del Perú se puede apreciar la inmensidad del bosque, ahora por las lluvias de color verde, pero la mayor parte del año amarillento y seco.
Según un estudio realizado por la universidad La Molina, en Chaparrí existen 122 variedades de plantas útiles (103 géneros y 45 familias botánicas). La fauna silvestre es tan abundante que los visitantes pueden apreciar desde un colibrí bailarín hasta un oso de anteojos con cara de buenos amigos. Ahí están los venados, zorros, sajinos, pavas aliblancas, bandurrias, cóndores andinos y reales, algunos en proceso de adaptación para luego entrar a su hábitat natural. Unas horas de permanencia en el lugar nos quedaron cortas para conocer las bondades naturales que encierra Chaparrí.

PRIMERA EXPERIENCIA EN EL PERÚ
Chaparrí es la primera área de conservación privada comunal en el Perú y América. Le sigue El Cañoncillo en La Libertad y está en vías de reconocimiento Laquipampa (Lambayeque).
Pero, sin duda, es el mejor ejemplo de gestión y organización comunal en nuestro país, pues para nadie es un secreto que casi todas las comunidades campesinas con valiosos recursos se limitan a lidiar sobre problemas caseros.
La comunidad campesina Santa Catalina tiene más de 2 mil 500 comuneros, pero sólo 500 son activos, los demás tienen voz, pero no voto.
Su extensión es de 42 mil 402 hectáreas, el 86% es área de conservación y el 14%, dedicada a la agricultura en pequeña escala.
Todos los comuneros activos se han convertido en verdaderos vigilantes de su propiedad: guardabosques, guías de los visitantes y artesanos. Estos últimos exportan sus trabajos a Francia.
EL SOPORTE
Heinz Plenge es el soporte técnico de Chaparrí. Sus gestiones a todo nivel le han permitido acondicionar el lugar y ofrecer lo indispensable para el visitante. Alimentación, hospedaje y guías para recorrer la zona. Aunque confiesa que no fue nada fácil empezar a trabajar con la comunidad, cree que ha logrado avanzar un buen tramo del proyecto.
Al inicio tuvo que luchar por alcanzar confiabilidad. "Todos saben que estas organizaciones toda la vida han sido engañadas y vapuleadas", dice Heinz. Ahora la cosa ya camina. Confiesa que hace años también fue cazador y ahora su pasión es la conservación, por ello, en los seis años de gestión ha invertido un promedio de 350 mil soles en la implementación de Chaparrí.
Por la naturaleza de la zona, la máxima capacidad que puede ingresar diariamente a la reserva es de 30 personas y se pueden hospedar sólo 12. En el 2004 visitaron mil 680 personas y en el 2005 2 mil 82. Para ingresar se paga 10 soles y un guía cobra 10 soles para orientar a 10 personas.
Heinz Plenge reconoce el apoyo del Gobierno Regional, la Cooperación Internacional, el propio Gobierno Nacional y otras instituciones. Cree en la factibilidad de alianza estratégica entre la empresa privada y las comunidades, acciones que deben impulsarse de manera urgente, porque los recursos naturales van camino al exterminio.
Es un convencido que si el turismo se enfrenta con decisión política, a mediano plazo podríamos superar la minería en la generación de fuentes de riqueza para el país. "No olvidemos que la minería ocupa el primer lugar y luego está el turismo. Esta actividad genera 3.8% de mano de obra formal en el país y la minería sólo el 0.8 anual", señala.
Sin embargo, esto no pega en el discurso de los políticos –agrega– porque prefieren recibir grandes capitales casi de inmediato; sin embargo, hablar de turismo es a mediano o largo plazo. Con la gran ventaja de ser proyectos sostenidos en el tiempo. Mientras tanto, el paradisíaco Chaparrí avanza y te espera con sus cerros y montañas llenas de encantos.
LA RUTA
Para ir a la reserva de Chaparrí, el punto de partida es Chiclayo. De ahí se recorre una carretera muy bien asfaltada; cruzando cañaverales de las empresas agroindustriales de Pomalca y Tumán se llega a Chongoyape. Ahí hay que establecer contacto obligado con el comunero Juan Carrasco Fernández o con Heinz Plenge (433194 - 452299). También puede ser con Mirtha Fiestas Guerrero, responsable de la sala de información turística en Chiclayo (233132-9910575). Exactamente en el kilómetro 63 se ingresa a la derecha por una trocha carrozable que nos conducirá hasta la reserva.
Ah, pero por recomendación de los comuneros, es preferible conformar un grupo de 10 personas para viajar, porque bajan los costos de transporte y pago de guías.

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