¡Pronto una gran novedad para el turismo!

CAÑÓN DE SANGAL

Aventuras por la
ruta del Sangal

• Tras el vuelo del Colibrí Cometa Ventigrís


Guido Sánchez Santur
sasagui35@gmail.com


Cuando pienso en Cajamarca, las primeras imágenes que invaden mi memoria son los Baños del Inca, el acueducto de Cumbemayo o sus imponentes iglesias de piedra. Estos tradicionales íconos que brillan desde hace varias décadas se complementan con otros atractivos recientemente puestos en valor, de los muchos que están dispersos en la región.
Semanas atrás retorné a esta ciudad andina y quedé impresionado con el paisaje de esa otra cara poco conocida, que no solo se grabó en el chip de mi cámara fotográfica, sino que también se plasmó en mi memoria. Cómo olvidar ese enorme criadero de truchas instalado entre los cerros, las fértiles tierras a los costados de la carretera que conduce a Combayo o el río Chonta que cruzamos por un bucólico puente de madera.
Así es el Cañón del río Chonta o Cerro Sangal –a 40 minutos de la ciudad de Cajamarca- donde anida el ya famoso Colibrí Cometa Ventigrís, una hermosa ave que está en peligro de extinción. Ello atrae a los bird watchers (observadores de aves), principalmente extranjeros, puesto que se trata de una especie rara para los muchos de los aficionados a esta actividad.
Asimismo, los amantes del ecoturismo tienen la oportunidad de andar por el ramal del Camino Inca que cruza esta ruta, observando la variedad de especies vegetales y admirando el azul cielo o las cristalinas aguas del río desde el puente rústico. La importancia natural y cultural de esta zona constituyen argumentos de fuerza para que Promperú haya decidido promocionarla en aras de motivar el turismo interno.
La abundancia de la vegetación con estratos herbáceos, arbustivos y arbóreos, en este sector, hacen posible que este colibrí encuentre alimento, refugio y materiales de anidamiento únicos en el mundo para su subsistencia.
Durante el recorrido, entre el puente Retamas y la hacienda Sangal, se observan lomadas y depresiones amplias, afloramientos rocosos, diversas parcelas de cultivos, pequeños cursos de agua y vegetación natural que se relaciona con las actividades agrícolas, ganaderas y forestales. La mayor extensión de tierras está ocupada por parcelas de cultivo de cereales menores (trigo, cebada, avena), leguminosas de grano como el “chocho” o “tarwi” en la sierra del centro y sur.
La vegetación silvestre es diversa pero reducida. Se encuentra en cercos y en terrenos en descanso o abandonados por la fuerte erosión. Sobre estos espacios y las áreas de afloramiento rocoso, entre las que hallamos especies aromáticas utilizadas para preparar bebidas calientes o té que se toman para mejorar la digestión, sobre todo en la tarde o las primeras horas de la noche.
En la caminata vivenciamos la campiña cajamarquina y sus coloridos sembríos tradicionales andinos, siguiendo el ancestral camino que une el histórico Baños del Inca y el pueblo de La Encañada. A lo largo de la ruta encontramos fósiles en forma de incontables valvas, caracoles y erizos marinos fosilizados, tras millones de años de lo que fue un fondo marino.
En ese trayecto llegamos al enigmático anfiteatro formado por un conjunto de increíbles paredones de roca de unos 20 metros de altitud que presentan una infinidad de formas, tras un recorrido de dos horas desde el pueblo La Encañada, llegando a la propiedad de la familia Cerquín, donde está el criadero de truchas.
Las altas paredes de roca del Cañón de Sangal son otros de los atractivos del lugar formados por el discurrir de las aguas del río Chonta durante miles de años. En el recorrido llegamos a las Ventanillas de Otuzco, deslumbrantes necrópolis en excelente estado de conservación, para dirigirnos a los Baños del Inca donde se tomará un reconfortante baño termal.
A medida que se asciende es notorio el cambio del paisaje de un verde intenso de la vegetación de Puyllucana a un paisaje semidesierto donde se combinan los colores rojizo y amarillos del suelo con el verde amarillento de las escasas herbáceas nativas. Alcanzamos el cruce con el “camino blanco”, llamado así por los pobladores por el color característico del suelo altamente arcillo calcáreo.
El Cañón Sangal es un afloramiento rocoso compuesto por calizas de origen volcánico que dan a la zona una atmósfera mágica. Sobre la superficie de las rocas se aprecia líquenes de coloraciones anaranjadas, amarillas o verdes, que se forman sobre las piedras cuya irregular superficie han sido desgastadas por el viento, las lluvias o por los cambios de temperatura a través del tiempo.
La parte superior tiene el aspecto de una plataforma con vegetación disturbada. El lado occidental de ésta se muestra como si la roca hubiera sido cortada verticalmente. La parte inferior forma una depresión profunda, donde las grandes rocas del afloramiento se ocultan por la abundante vegetación arbustiva. Esta vegetación está conformada, en su mayoría, por plantas que poseen espinas, como zarzamora y el yaquil. También se han registrado otros arbustos no espinosos, reconocidos por sus hermosas flores bilabiadas de color púrpura. Cruzar la parte inferior del anfiteatro es difícil y requiere de cierto esfuerzo, debido al gran tamaño de las rocas, los profundos cursos de agua y lo enmarañado de la vegetación.
En la orilla del río Chonta, al pie de los acantilados del cañón, escuchamos los gritos amenazadores del Aguila Andina o Aguilucho Pechinegro, posada en las salientes de los acantilados cerca a su nido observando con detenimiento su entorno para detectar posibles presas o la invasión de otras águilas en su territorio.
Desde lo alto del cañón esta especie puede detectar el movimiento de pequeños roedores o lagartijas en el suelo, desde donde se lanza en picada para atraparlos y llevarlos a su nido para alimentar a sus polluelos. Esta águila tiene un muy desarrollado sentido de territorialidad, no admitiendo más que a su pareja en su territorio. Son capaces de luchar hasta la muerte en el caso que algún intruso de su misma especie aparezca en sus dominios. Los acantilados pertenecerán a otra pareja de águilas sólo cuando la actual pareja que los habita deje de existir.
UNA ESPECIE SINGULAR
Los colibríes o ‘quindes’ están fuertemente relacionadas a las especies de la flora, debido a que se alimentan del néctar de las flores. Entre las aves y las especies de flora ha ocurrido un largo proceso de coevolución, que ha dado como resultado una compatibilidad en diámetro y longitud del pico del ave con la forma tubular de la corola de la flor.
La vegetación natural de esta ruta es escasa en su primera parte; sin embargo, el paisaje no deja de ser extraordinario debido a que recorre la cima de esta parte de los Andes. Se puede visualizar un amplio horizonte y observar la ciudad de Cajamarca y El Paso El Gavilán, sobre la ladera occidental del valle. Solamente el cañón del río Chonta, en la última parte del recorrido, tiene abundante vegetación y diversidad de especies vegetales.
MAS DATOS
El picaflor cometa ventrigrís es un ave clasificada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y BirdLife International como en “peligro de extinción”. Este colibrí tiene como hábitat natural la flora nativa del valle formado por el río Chonta y los parajes cercanos al Cañón de Sangal.
El colibrí Cometa Ventigrís mide de 14 a 17 cetímetros de largo, tiene la cola en forma de tijera y es de color verde/naranja en la parte superior y azul oscuro en la parte inferior. Las partes inferiores del cuerpo son de color gris claro y la garganta es de color azul metálico. Su hábitat se reduce a los cañones y quebradas del norte del Perú, principalmente en Sangal, cerca a la ciudad de Cajamarca, donde esta ave encuentra el ecosistema necesario para alimentarse y reproducirse.
Suele volar posándose en las ramas de los arbustos, desde donde realiza vuelos cortos para alimentarse del néctar de las flores de cactus, puyas, tillandsias y algunos árboles y arbustos. Con suerte se puede ver a la hembra en los nidos construidos, por lo común, entre las hojas secas de las tillandsias u otras bromelias que crecen en zonas escarpadas de difícil acceso. Los nidos tienen la forma de una taza colgante con la abertura en la parte superior, el lado exterior de las paredes suele estar recubierto por telarañas, lo que podría ser una estrategia para pasar desapercibidos.
Otro picaflor, más fácil de observar, es el Coralicintillo Colilarga Verde. Muy parecido al Cometa Ventrigrís, pero con la cola mucho más larga. Comparte el mismo hábitat que el Colibrí Gigante, que puede alcanzar hasta 23 centímetros de alto y es el más grande del mundo.
Siguiendo la carretera a Combayo encontramos unos agujeros al costado del camino en los cortes de la carretera que pertenecen al único pájaro carpintero que habita estas altas tierras, en el fondo están los nidos del Carpintero Andino, conocido localmente como cargacha. Es fácil encontrarlo en zonas abiertas y afloramientos rocosos desde donde vigila su nido. Desde allí se lanzan en vuelo por las laderas buscando insectos entre los matorrales. Su lengua tiene más de 5 centímetros de largo, con la cual le es muy fácil atrapar sus presas. La construcción del nido es un ejemplo de cooperación en la pareja. Tanto el macho como la hembra se turnan para escarbar la tierra con sus fuertes y largos picos para luego retirarla con ayuda de sus patas. Al finalizar el trabajo obtienen la mencionada cámara al interior del suelo, en la cual colocarán sus huevos.


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