Un alemán en
Markawamachuco
• Herbert Grote quedó maravillado con tecnología de antiguos peruanos
Benito Jáuregui Rosas
benito_jauregui@yahoo.es
A través de la Internet se enteró de las maravillas arquitectónicas e ingenieriles de las antiguas civilizaciones del norte peruano. Tras cruzar información y corroborar los datos, no dudó en cruzar el océano Pacífico para aterrizar en Lima y desplazarse hasta Trujillo, donde empezó su aventura, sin pederse detalle alguno. Al término de su itinerario comprobó que no se había equivocado, retornó henchido de satisfacción, pero sobretodo con un enorme conocimiento aprendido.
Se trata de Herbert Grote, reconocido docente alemán, de la especialidad de Física y Matemática del Centro de Bachillerato en Schalke. Su recorrido comprendió El Brujo, Chan Chan y Huacas de Moche, pero su particular interés fue el Canal Alto de la Pichona y la ciudadela lítica Markawamachuco.
EN ASCOPE
Al canal prehispánico Alto de la Pichona, enclavado en el valle Chicama, partimos al promediar las 9 de la mañana. En Ascope tomamos el servicio de un mototaxi que nos condujo al sector La Capilla, para luego emprender una caminata a través del canal.
"Uff, ¡cuánto trabajo!" Así se expresó al observar el canal que en épocas Moche y Chimú irrigara los campos de cultivo a lo largo de lo que actualmente es el anexo de Facalá, La Capilla y el distrito de Ascope. En el trayecto iba de sorpresa en sorpresa, inclusive el maíz tendido en el suelo para ser secado al sol fue todo un espectáculo para él. Y claro, el paisaje y el patrimonio arqueológico.
Le sorprendió sobremanera la ruta crítica que se trazó para mantener la velocidad y el nivel del agua en el canal, así como el cementerio preinca ubicado en una de las márgenes, en las faldas del Cerro Sapo. Casi susurrando me dijo: "Tus antepasados sí que conocían y aplicaban la física".
"¡Oh, my good!". con esta frase sintetizó su asombro en lo alto de la fortaleza de Facalá, desde donde divisó todo el esplendor del valle Chicama, cual antiguo vigía mochica.
A sus 54 años de edad, Grote camina cualquier ruta sin contratiempos. Dice que en su adolescencia practicaba el ciclismo y recorría grandes distancias a pie. Eso lo demostró con creces, pues caminó todo el trayecto del canal, desde La Capilla hasta Facalá.
Grote venía de recorrer Lambayeque, Cajamarca y Amazonas. Comentó que en todos ellos sufría por la incomodidad de la movilidad, pues sus 1.79 metros de estatura, le impedían acomodar sus rodillas debido a la cercanía de los asientos. Ni modo tenía que adecuarse a las circunstancias.
EN HUAMACHUCO
El nuevo destino era Markawamachuco, en la provincia de Sánchez Carrión. Partimos alrededor de las 11 de la noche y, como pocas veces el bus se retrasó más de lo normal. A las 6:33 a.m. respiramos el aire huamachuquino. ¡Uff, al fin! atinó a decir. Luego del desayuno de rigor, contratamos la movilidad que nos llevaría a la cima de Cerro Amaru. A 10 minutos de recorrido, Grote empezó a disparar el obturador de su cámara fotográfica sin detenerse. Lo que aparecía a nuestros ojos era el cañón del río Huamachuco y el valle que rodean la ciudad. Cada cinco minutos era necesario detener el vehículo para hacer fotos, a cada instante soltaba sus expresiones: ¡Oh my good… Oh my good…¡
Una hora después, llegamos a cerro El Castillo, en Markawamachuco. Un tanto agitado, pero muy contento. Estábamos a 3750 m.s.n.m. Ahí resumió sus impresiones. "Uff, ¡Cuántas cosas tiene el Perú!". Nosotros lo sabemos, pero no lo aprovechamos convenientemente.
En sus películas quedaron registrados, los muros de El Castillo y la flora que propia de ese lugar, así como las profundas quebradas. Quiso llevarse también las imágenes de aves, solo se le escapó el colibrí. "No importa, ya lo tengo", manifestó, mientra sonreía. Sí le decepcionó no poder captar la foto de una ave de color amarillo y alas pardo-negras: ¡Oh my good… yellow…yellow!, se lamentaba.
Al llegar a la muralla perimetral de cerro Las Monjas dejó traslucir otra vez su enorme emoción, pero también se preocupó por el estado de descuido en que se encuentra el complejo arqueológico.
Desde la muralla obtuvo las mejores fotos del Convento Las Monjas y preguntó ¿Cual era la función de este recinto?. Después explicarle su posible uso, comentó; "Me gusta más que Kuélap, es más grande y tiene un mejor panorama". Caminamos hasta el recinto de Las Monjas y nuevamente hizo un gran esfuerzo para ingresar, el único acceso tiene menos de un metro de altura. Una vez dentro no dejaba de sorprenderse y se divertía mucho fotografiando las murallas en diapositivas para proyectarlas en su centro de enseñanza y de paso motivar la visita de sus alumnos y compatriotas a nuestro país.
Con el avistamiento del cañón del valle de Condebamba y de la ciudad de Huamachuco su emoción llegó al clímax. "Uff, !what view!", su dedo índice derecho no cesaba de presionar el obturador.
Era el mediodía y aún tuvimos tiempo para visitar Wiracochapampa y la Laguna Sausacocha, donde degustamos el exquisito almuerzo a base de trucha. "Trucha muy buena" dijo Grote.
A su retorno, nuestro turista no pudo ocultar su incomodidad por el pésimo estado de la carretera a Markawamachuco y Wiracochapampa. Demandó la necesidad de mejorar la vía a fin de evitar el malestar a los viajeros. El Agua de los Pajaritos fue otro encanto que gustó mucho a Grote.
En la sala de espera de la empresa de transportes que nos retornaría a Trujillo, su conversación versaba sobre lo que había visto y lo maravillado que había quedado. "Este pueblo lo tiene todo". Con esta frase sintetizó el variado potencial de Huamachuco: recursos arqueológicos, paisajes, sitios naturales, cultura viva y los servicios turísticos que están en capacidad de atender al turista nacional y extranjero.
"En mi país no tenemos tanta suerte como ustedes, aquí tienen una gran riqueza por todos lados que vayan, nosotros tenemos que crearla en base a tecnología moderna y eso cuesta mucho".
Esta expresión suena a epílogo y un mensaje reflexivo para todos los peruano, a fin de detenernos a admirar lo que tenemos y aprovechar los ingentes recursos que están a nuestro alcance para emprender el desarrollo. En este reto, las autoridades tienen una tarea especial.
Markawamachuco
• Herbert Grote quedó maravillado con tecnología de antiguos peruanos
Benito Jáuregui Rosas
benito_jauregui@yahoo.es
A través de la Internet se enteró de las maravillas arquitectónicas e ingenieriles de las antiguas civilizaciones del norte peruano. Tras cruzar información y corroborar los datos, no dudó en cruzar el océano Pacífico para aterrizar en Lima y desplazarse hasta Trujillo, donde empezó su aventura, sin pederse detalle alguno. Al término de su itinerario comprobó que no se había equivocado, retornó henchido de satisfacción, pero sobretodo con un enorme conocimiento aprendido.
Se trata de Herbert Grote, reconocido docente alemán, de la especialidad de Física y Matemática del Centro de Bachillerato en Schalke. Su recorrido comprendió El Brujo, Chan Chan y Huacas de Moche, pero su particular interés fue el Canal Alto de la Pichona y la ciudadela lítica Markawamachuco.
EN ASCOPE
Al canal prehispánico Alto de la Pichona, enclavado en el valle Chicama, partimos al promediar las 9 de la mañana. En Ascope tomamos el servicio de un mototaxi que nos condujo al sector La Capilla, para luego emprender una caminata a través del canal.
"Uff, ¡cuánto trabajo!" Así se expresó al observar el canal que en épocas Moche y Chimú irrigara los campos de cultivo a lo largo de lo que actualmente es el anexo de Facalá, La Capilla y el distrito de Ascope. En el trayecto iba de sorpresa en sorpresa, inclusive el maíz tendido en el suelo para ser secado al sol fue todo un espectáculo para él. Y claro, el paisaje y el patrimonio arqueológico.
Le sorprendió sobremanera la ruta crítica que se trazó para mantener la velocidad y el nivel del agua en el canal, así como el cementerio preinca ubicado en una de las márgenes, en las faldas del Cerro Sapo. Casi susurrando me dijo: "Tus antepasados sí que conocían y aplicaban la física".
"¡Oh, my good!". con esta frase sintetizó su asombro en lo alto de la fortaleza de Facalá, desde donde divisó todo el esplendor del valle Chicama, cual antiguo vigía mochica.
A sus 54 años de edad, Grote camina cualquier ruta sin contratiempos. Dice que en su adolescencia practicaba el ciclismo y recorría grandes distancias a pie. Eso lo demostró con creces, pues caminó todo el trayecto del canal, desde La Capilla hasta Facalá.
Grote venía de recorrer Lambayeque, Cajamarca y Amazonas. Comentó que en todos ellos sufría por la incomodidad de la movilidad, pues sus 1.79 metros de estatura, le impedían acomodar sus rodillas debido a la cercanía de los asientos. Ni modo tenía que adecuarse a las circunstancias.
EN HUAMACHUCO
El nuevo destino era Markawamachuco, en la provincia de Sánchez Carrión. Partimos alrededor de las 11 de la noche y, como pocas veces el bus se retrasó más de lo normal. A las 6:33 a.m. respiramos el aire huamachuquino. ¡Uff, al fin! atinó a decir. Luego del desayuno de rigor, contratamos la movilidad que nos llevaría a la cima de Cerro Amaru. A 10 minutos de recorrido, Grote empezó a disparar el obturador de su cámara fotográfica sin detenerse. Lo que aparecía a nuestros ojos era el cañón del río Huamachuco y el valle que rodean la ciudad. Cada cinco minutos era necesario detener el vehículo para hacer fotos, a cada instante soltaba sus expresiones: ¡Oh my good… Oh my good…¡
Una hora después, llegamos a cerro El Castillo, en Markawamachuco. Un tanto agitado, pero muy contento. Estábamos a 3750 m.s.n.m. Ahí resumió sus impresiones. "Uff, ¡Cuántas cosas tiene el Perú!". Nosotros lo sabemos, pero no lo aprovechamos convenientemente.
En sus películas quedaron registrados, los muros de El Castillo y la flora que propia de ese lugar, así como las profundas quebradas. Quiso llevarse también las imágenes de aves, solo se le escapó el colibrí. "No importa, ya lo tengo", manifestó, mientra sonreía. Sí le decepcionó no poder captar la foto de una ave de color amarillo y alas pardo-negras: ¡Oh my good… yellow…yellow!, se lamentaba.
Al llegar a la muralla perimetral de cerro Las Monjas dejó traslucir otra vez su enorme emoción, pero también se preocupó por el estado de descuido en que se encuentra el complejo arqueológico.
Desde la muralla obtuvo las mejores fotos del Convento Las Monjas y preguntó ¿Cual era la función de este recinto?. Después explicarle su posible uso, comentó; "Me gusta más que Kuélap, es más grande y tiene un mejor panorama". Caminamos hasta el recinto de Las Monjas y nuevamente hizo un gran esfuerzo para ingresar, el único acceso tiene menos de un metro de altura. Una vez dentro no dejaba de sorprenderse y se divertía mucho fotografiando las murallas en diapositivas para proyectarlas en su centro de enseñanza y de paso motivar la visita de sus alumnos y compatriotas a nuestro país.
Con el avistamiento del cañón del valle de Condebamba y de la ciudad de Huamachuco su emoción llegó al clímax. "Uff, !what view!", su dedo índice derecho no cesaba de presionar el obturador.
Era el mediodía y aún tuvimos tiempo para visitar Wiracochapampa y la Laguna Sausacocha, donde degustamos el exquisito almuerzo a base de trucha. "Trucha muy buena" dijo Grote.
A su retorno, nuestro turista no pudo ocultar su incomodidad por el pésimo estado de la carretera a Markawamachuco y Wiracochapampa. Demandó la necesidad de mejorar la vía a fin de evitar el malestar a los viajeros. El Agua de los Pajaritos fue otro encanto que gustó mucho a Grote.
En la sala de espera de la empresa de transportes que nos retornaría a Trujillo, su conversación versaba sobre lo que había visto y lo maravillado que había quedado. "Este pueblo lo tiene todo". Con esta frase sintetizó el variado potencial de Huamachuco: recursos arqueológicos, paisajes, sitios naturales, cultura viva y los servicios turísticos que están en capacidad de atender al turista nacional y extranjero.
"En mi país no tenemos tanta suerte como ustedes, aquí tienen una gran riqueza por todos lados que vayan, nosotros tenemos que crearla en base a tecnología moderna y eso cuesta mucho".
Esta expresión suena a epílogo y un mensaje reflexivo para todos los peruano, a fin de detenernos a admirar lo que tenemos y aprovechar los ingentes recursos que están a nuestro alcance para emprender el desarrollo. En este reto, las autoridades tienen una tarea especial.
1 comentarios:
Facalà, coronada por su fortaleza, desde donde se puede divisar las partes bajas del valle de Chicama, es un lugar hermoso y lleno de historia, con hijos en todas partes del mundo, celebra su fiesta patropnal del Señor del Calvario, todos los 1eros de enero.
Visitar las partes altas de sanJose, el gran canal andino, que iirigaba en tiempos prehispanicos, no solo el valle de chicama, sino tambien paijàn, la arenita san pedro, el cerro cuculicote y sus cuentos de leyenda... en fin un gtrato espacio para el ecoturismo, la caminata etc.
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