Carnaval de altura
Fiesta en la que todos se mojan, con o sin lluvia, por fuera y por dentro
Texto y fotos: Guido Sánchez Santur
Todos se mojan, casi nadie escapa a un baldazo de agua, a un globazo o un chisguetazo, o peor aún a ser embadurnado con diversos colores de tintes. Quien, en estas fechas llega a esta ciudad, lo hace dispuesto a mojarse; no importa como esté vestido, su estatus o color de piel. A fin de cuentas, entre febrero y marzo, literalmente, “la vida es un carnaval”.
Los cajamarquinos dicen, con mucho orgullo, que su tierra es la Capital del Carnaval Peruano, y tienen razones de fundamento. Es una fiesta en la que disfrutan, gozan, se divierten y juegan todos, sin distinción de clases sociales, nivel económico, raza o procedencia.
Nunca imaginé que “los blanquitos de San Isidro (Lima)”, como diría nuestra Primera Dama de la Nación, Eliane Karp, se arrojen agua mutuamente con los cajamarquinos. Jóvenes de pelo rubio y encrespado, ojos verdes o azulados, con jean y polo de marca jugando con los andinos de rosáceo rostro quemado por la helada y colorida vestimenta, típica de esta región.
Este año, como que la naturaleza se confabuló con los cajamarquinos, pues durante el corso llovió a rabiar y, como no puede ser de otra manera, todos los espectadores se mojaron de una u otra forma. Pese a ello, nadie huyó, se quedaron sentados en sus estrados, bancas, sillas, camiones o azoteas porque la fiesta estaba ahí y para eso estaban.
Desde las 12 del día lunes 26 de febrero hasta las 5 de la tarde no cesaron de desfilar las caravanas, patrullas, comparsas, reinas y diferentes delegaciones representantes de instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil, y entre ellos, danzas típicas de las provincias cajamarquinas, los famosos clarineros y otros. El baile y las coplas fuero, como siempre, el denominador común.
Son alrededor de seis kilómetros, a lo largo de la vía de evitamiento de la ciudad de Cajamarca, por donde se desplaza el corso, derramando alegría, música y colorido ante los incesantes aplausos del público abarrotado de principio a fin. A los costados de ese trayecto solo había espacio para la diversión y algarabía, con el infalible trago (chicha de jora o cerveza).
De pronto el sol se ocultó, abrazado por una densa nube que soltó una torrentosa lluvia, pero que no amilanó a nadie. Los vendedores de plástico abastecieron de improvisados ponchos a la concurrencia. Coincidentemente todos tenían el mismo color de protectores, de tal manera que la tribuna se vistió azul entero.
Los días de fiesta intensa, este año, fueron el sábado 25 de febrero (entrada del Rey Momo que inaugura el carnaval), domingo (concurso de disfraces, patrullas y comparsas) y lunes (corso). El martes en la noche es el velorio de Ño Carnavalón en el que están presentes “las viudas” (varones disfrazados de plañideras) del barrio Santa Apolonia. El miércoles fue el sepelio en el balneario Baños del Inca.
UNA FIESTA DE TRADICIÓN
Esta fiesta tiene mucha data. Cuando los españoles llegan al Perú, traen el carnaval, cuyas características se funden con los valores nuestros. En el siglo XVIII el obispo de Trujillo, Baltazar Jaime Martínez de Compagnon y Bujanda registra las diversas estampas relacionadas con la celebración del carnaval cajacho (máscaras, disfraces, cantos y bailes). Él destaca que es una de las pocas festividades peruanas que une a la población sin distingo alguno, propio del mestizaje.
“El carnaval cajacho (es otra denominación que reciben los cajamarquinos) se caracteriza porque cada año se presentan nuevos disfraces, las coplas, los grupos musicales que interpretan los huaynos durante semanas. Las coplas dicen que para el rico, para el pobre, para todos se hizo Dios, inclusive el carnaval”, comenta Jorge Valdivia, ex presidente del Comité Central del Carnaval.
El carnaval está considerado como una de las fiestas más turísticas de Cajamarca, la más tradicional. Las otras son la feria de Fongal en el mes de julio, además de la Semana Santa y el Corpus Cristi.
Aparte de las fiestas, tiene la riqueza arqueológica: ventanillas de otuco, el Cuarto de Rescate, los Baños Termales, el cerro Santa Apolonia, el acueducto de Cumbemayo, Kuntur Wasi. Además importantes iglesias coloniales que albergan un valioso legado histórico-religioso.
EL DATO
El carnaval es una fiesta pagana, en la que cada uno supera su rutina, es como una catarsis después de un año de trabajo. Es una fecha de licencia en la que se usa las máscaras que permiten “pecar” sin ser reconocido. En Cajamarca se lee el testamento de Ño Carnavalón en el que se les dice lo bueno y o malo a las autoridades locales y regionales. En esta fecha, el pueblo en son de sátira y jocosidad deja entrever su descontento o no con sus representantes. “Es una fiesta en la que todos se mojan, con o sin lluvia, por fuera y por dentro”.
Para llegar a Cajamarca, desde Trujillo, es posible vía terrestre en ómnibus que cobran entre 20 y 30 soles, según la calidad del servicio. El viaje demora seis horas. Los platos típicos de Cajamarca se consume cuy frito o guisado, la chica de jora, los quesos, manjares, diversidad de dulces.
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4 comentarios:
cajamarca es y sera por siempre la capital del carnaval peruano ya que es la fiesta que trae mucho turista al peru no solo nacional sino internacional grasias
cajamrca la eterna capital del carnaval peruano
roxana:
cajamarca es la capital de carnaval peruano puesto que es una fiesta para el rico y para el pobre, es uan fiesta donde todos los cajamarquinos abrimos nuestras puertas para propios y extraños dando el calor que nos caracteriza, es ua fiesta sin igual, y ya saben si quieren bailar si quieren gozar a cajamarca hay que visitar. CAJAMARCA CAPITAL DEL CARNAVAL PERUANO
MI BELLA CAJAMRCA ES LO MAXIMO ES MI TIERRA Y POR SUPUESTO EL QUE YA VIVIO LA FIESTA DEL CARNAVAL PUEDE ASEGURAR QUE MI BELLA CAJAMARCA ES LA CAPITAL DEL CARNAVAL PERUANO
MI BELLA CAJAMRCA ES LO MAXIMO ES MI TIERRA Y POR SUPUESTO EL QUE YA VIVIO LA FIESTA DEL CARNAVAL PUEDE ASEGURAR QUE MI BELLA CAJAMARCA ES LA CAPITAL DEL CARNAVAL PERUANO
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