¡Pronto una gran novedad para el turismo!

EL CAUTIVO DE LAS ALTURAS

Texto y fotos: Guido Sánchez Santur





De pie y con la mirada inmóvil hacia el frente. Sus manos sostienen tres velas encendidas, sin importarle la cera que lentamente discurre entre sus dedos, quemando su piel. De sus ojos, se desprende un hilo de lágrimas que se desplaza por sus pómulos y cae en las manos.
Raya el día 12 de octubre, horas antes que la imagen del Señor Cautivo de Ayavaca salga en procesión por las estrechas calles, y Juana, una madre de familia que vino desde Lima, está dentro del templo y no cesa de orar agradeciendo los milagros concedidos a favor de su familia.
“El cautivito es muy milagroso, muchas personas con enfermedades incurables han sanado, cosas o animales robados fueron encontrados….Los milagros son incontables, por eso vengo cada año para recibir su bendiciones”, dice Mauro Gómez, un ecuatoriano que entre la multitud perdió sus documentos, pero al siguiente día los dejaron en la comisaría. El atribuye esto a un milagro.
Como Mauro y Juana son miles los fieles que se concentran dentro y fuera del templo, en la Plaza de Armas con motivo de la celebración de la festividad en homenaje al Cautivo, cuya mirada no soportan algunos fieles y caen desmayados.
Desde el 10 de octubre empiezan a llegar las hermandades que, desde diferentes partes del país partieron caminando un mes antes, en peregrinaje para venerar al “cautivito”, como lo llaman los piuranos. Los feligreses forman largas colas, alrededor de la Plaza de Armas, sin importarles la lluvia o el frío. Anochecen y amanecen esperando su turno para tocar el manto de la sagrada imagen con un algodón o con “los milagros” (estatuillas de metal que se le colocan en el vestido de la imagen o en una alcancía. Quienes los venden aseguran que son de plata. Pero se ha llegado a comprobar que el material es plomo) que compran en los alrededores y representan los bienes o seres que quieren proteger u obtener (animales, vehículos, viviendas, personas, etc.).
La multitud es tanta que copa los hoteles y las casas de las familias ayavaquinas quienes abren sus puertas para acoger a los devotos. En estas fechas, se forman largas colas para todo: venerar a la imagen, los servicios higiénicos, el teléfono público, la ducha o un espacio donde dormir aunque sea en el piso.
Solamente para comprar bocadillos (maní tostado y molido, mezclado con miel) no se hace cola, porque aquí se preparan y se venden por quintales. Es un dulce típico de estos lares.
La mayoría de establecimientos de hospedaje sólo alquilan camas, y a compartir la habitación sin saber con quien. Otros duermen sobre esteras en la iglesia o en la plaza, solo de pura fe. Todo es negocio, en las diferentes calles se leen improvisados avisos “se alquila ducha”, “se alquila baño” “se alquila habitaciones o espacios en una sala”.
Los días 12, 13 y 14 de octubre sale el Cautivo en procesión. Los dos primeros días son para los peregrinos y el último para los ayavaquinos. Las calles quedan repletas de gente. Cada hermandad no cesa de entonar variadas canciones de conocidos grupos musicales, inclusive, pasillos y sanjuanitos (ecuatorianos) con la letra adaptada para rendirle pleitesía al Señor. Es que los cantos no son tristes sino alegres, cada tema es acompañado con bailes sin importar las ampollas de los pies, que contrastan con los llantos y los rostros afligidos.
Entre la multitud los más exacerbados devotos: jóvenes, niños o adultos que esperan un gran milagro, se desplazan arrastrándose sobre el suelo o cemento, con sus heridas sangrantes en los codos o rodillas. De trecho en trecho alguien les alcanza una bebida.




LO SUYO
El Señor Cautivo es lo más preciado para los ayavaquinos, no solo por su devoción, sino porque atrae a miles de visitantes que dinamizan la economía local. Pero él mismo tiene su riqueza. Dice la leyenda que peleó en la guerra con Chile. Otros comentan que se enfrentó a los ecuatorianos montando en un caballo blanco. O que el capitán Merino, le regaló un revólver de oro y que cada año las alcancías recogen millones de soles en la fiesta.
Lo cierto es que, desde 1980, tiene más de 100 vestidos color morado (aunque alguien le regaló uno blanca que nunca lució), largas túnicas de terciopelo, bordadas con hilos dorados y piedras de fantasía (antes estos trajes se regalaban a las réplicas de otras ciudades). Las perlas y piedras, son cristales o vidrios. Su valor está en el trabajo de los artesanos y en que cada uno estuvo en la sagrada imagen. Los motivos de los bordados son diversos. Desde el sol radiante, hasta el cáliz, la representación del Espíritu Santo y otros.
Cada vestido lo usa una sola vez, durante tres meses. Y para la fiesta se le pone el más vistoso, el mejor que casi siempre lo llevan los devotos.
El Señor Cautivo también tiene una cantidad indeterminada de anillos de oro que se guardan celosamente. No se exhiben por motivos de seguridad, además hay escapularios de oro y plata, coronas, pulseras tipo esclavas y hasta cadenas con medallas. Cada pieza representa un milagro concedido o el agradecimiento por la salud recuperada, por el trabajo encontrado, por la reunión de la familia, por la sanación espiritual. Los tres cordones que atan sus manos son de plata, dos gruesos y uno más delgado.
La corona original que se le ciñe en el día de la fiesta tiene piedras preciosas y oro de 18 quilates. Posee otras coronas que nunca ha usado, porque le quedaron pequeñas. La original tiene púas hacia el exterior y representa el sufrimiento del Cristo camino al Calvario.





HISTORIA DE LA IMAGEN

La tradición cuenta que hace 400 años este pueblo se interesó en tener su propia imagen sagrada para venerar, entonces comisionaron a dos notables vecinos para que contraten a un artesano. Ellos se encaminaron a Ecuador en su busca, pero en el trayecto se encontraron con dos personajes que al enterarse de su objetivo se ofrecieron. Al llegar a Ayavaca pusieron como condición que no los interrumpan y que la comida les alcancen por un pequeño orificio al ambiente donde estaban con la puerta cerrada.
El plazo de entrega era una semana, pero como había pasado ese lapso, la gente forzó la puerta y se encontró con la imponente imagen de tamaño natural, confeccionada con un solo madero y con una mirada imponente. Los artesanos habían desaparecido y la comida estaba intacta. Dicen que eran ángeles enviados por Dios. Desde entonces la devoción sigue creciendo.
Varias veces fue restaurada la imagen, pero desde el año pasado el experto trujillanos, Carlos del Mar, recomendó no exponerla a la intemperie, es decir que no salga en procesión, ya que con el paso del tiempo la madera tallada se deteriora, además, las velas, el humo y las luces de las cámaras fotográficas dañan la imagen.
Este año, en la misa realizada en la Plaza de Armas, el sacerdote consultó a la multitud que abarrotaba la Plaza de Armas que debía salir en procesión una réplica. La contundente respuesta en coro fue: “Nooo....que salga el cautivito original”.
Es que meses atrás (junio), cuando el patrono fue en peregrinaje a Sullana, corrió el rumor de que no lo retornaron y que había sido llevado a Roma y la gente obligó al sacerdote a exhibir la imagen original.
La fe a esta imagen es inquebrantable y no cesa de crecer, pero es necesario preservar su material, caso contrario se deteriorá y todo será historia.

EL DATO
Ayavaca es una ciudad andina que está en el departamento de Piura, al norte del Perú, a donde se llega por una carretera mitad asfaltada mitad trocha.

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