Manglares, donde
confluyen el río y el mar
• Los hombres que tienen el brazo más largo
Guido Sánchez Santur
Sasagui35@gmail.com
Es un ecosistema afamado mundialmente por su riqueza y variedad biológica. En 1985 lo conocí en una fugaz visita, mientras cumplía una misión periodística durante el último conflicto peruano-ecuatoriano. En esa oportunidad ingresamos por Puerto Pizarro hacia la Isla del Amor, donde se encontraba apertrechado un destacamento de la Marina de Guerra del Perú, cuyo uniforme de camuflaje se mimetizaba con la arena y la tupida vegetación que crece en la confluencia del agua salada del mar y la dulce de los ríos Tumbes y Zarumilla, en una extensa área poco profunda.
Con esa remota imagen, en diciembre último, retorné a este paraje expresamente para adentrarme en esa maravilla que se conoce como el Santuario Nacional Manglares de Tumbes. Desde la ciudad de Tumbes llegamos a Puerto 25 (provincia de Zarumilla) –ubicado en la zona de amortiguamiento- tras un recorrido de media hora.
Aquí nos recibe un grupo de amables lugareños, acompañados del jefe del Santuario, Oscar García Tello, biólogo trujillano que ya se acostumbró al calor tumbesino. En este sector, la comunidad organizada con apoyo de la cooperación internacional, construyó algunas habitaciones utilizando madera para acoger a los turistas que deseen pernoctar entre la naturaleza, arrullados por el trinar de las aves. Ellos han comprendido que el turismo es una actividad rentable y que es posible complementarla con sus labores agropecuarias cotidianas.
Provistos de chalecos salvavidas, abordamos el bote con motor fuera de borda que nos traslada, por las tranquilas aguas de los canales o esteros, hacia ese bosque tropical de 2 mil 972 hectáreas, distribuidas en cinco islas (Correa, Matapalo, Roncal, Chalaquera y Las Almejas), que nos despierta intensas emociones en cada tramo que avanzamos.
Nos quedamos maravillados con la planta del mangle que, como un gigante, extiende sus largas raíces que, a modo de zancos (rizóforas) se descuelgan de las ramas y se posan en el lodo, ganando terreno al mar al capturar el sedimento de las aguas turbias. García Tello nos explica que son cinco las especies de mangle: rojo, colorado, blanco, salado y botón, pero solo tienen esa característica las dos primeras.
En las partes más elevadas del manglar crecen los cangrejos de las especies arañita, el rojo, sin boca, sastre (tijera en el lado derecho) y violín (tijera a la izquierda). La fauna asociada es de origen marino y terrestre. Se caracteriza por la abundancia de crustáceos y moluscos (conchas y caracoles). En los estudios se identificó 33 especies de caracoles, 34 de crustáceos, 24 de moluscos con conchas y 105 peces. En este hábitat se refugia el cocodrilo de Tumbes (Crocodylus acutus), que se encuentra en vías de extinción.
Asimismo, anidan 157 especies de aves, de las cuales ocho son endémicas, es decir que solo viven en este lugar (Tordo Manglero, Huaco Manglero, Garza Tigre, Garza Cangrejera o Ibis Blanca, Gavilán de Mangle, Chiroca Manguera, Gallineta de Mangle y Ave Limícola). También hay 31 migratorias, provenientes de Norteamérica, en su mayoría (flamencos, pata cuchiviri). Otras especies llamativas son el perrito conchero, la nutria noreste, el oso manglero o mapache(parecido al oso hormiguero), espátula rosada, cigüeñuela, sarapito (ave).
EL BRAZO MÁS LARGO
El acceso a la espesura del mangle es a través de senderos habilitados con tablas de madera, con pequeños muelles para el desembarco de los turistas que buscan apreciar la vegetación desde adentro. Nosotros descendimos en El Oscuro, recién reconstruido y donde nos esperaba Santos Gerardo Nole Hernández, conocido ‘conchero’ y ‘cangrejero”, pues se dedica a la extracción de las preciadas conchas negras y cangrejos, especies que construyen escondrijos en el fango del mangle.
Este personaje es muy singular, al igual que los demás que se dedican a esta actividad, no solo por ser un experto en reconocer el tamaño y el género del Cangrejo Rojo con solo observar el hoyo (los machos abren un orificio más grande), sino también porque uno de sus brazos lo tiene más largo y más grueso a causa del enorme e incesante esfuerzo que hace al introducirlo en esa tierra movediza, siguiendo la trayectoria del animal, cual si fuera un barreno humano, hasta un metro de profundidad.
Su rutina diaria comienza a las 8 de la mañana y se prolonga hasta las 3 de la tarde, previamente se traslada en su pequeño bote a remo provisto de su indumentaria especial: un guante alargado de tela gruesa en el que introduce su brazo para evitar lastimarse con las piedras o trozos de madera que están enterrados, y una gorra con un trapo que le protege el cuello de los intensos rayos solares. En cada jornada captura un promedio de 48 ejemplares. No siempre encuentra su presa en cada hoyo, con regularidad se escapa. Esta labor la complementa con la extracción de conchas que se encuentran en la orilla de los canales. Esto es menos dificultoso.
Proseguimos nuestra ruta hasta la ruidosa isla Las Torderas, en cuyo bosque se posan las aves marinas esperando que baje la marea para buscar su alimento en las orillas o pescar sus especies preferidas.
Después de dos horas de recorrido en el bote, avistamos el puesto de vigilancia Matamonos, ubicado en la isla Punta Capone a cargo de la Marina de Guerra del Perú, y al frente, separado por el canal internacional, está el puesto de vigilancia ecuatoriano. En ese punto no resistimos la tentación de pisar suelo peruano y ecuatoriano, a la vez, pues nos encontrarnos en la línea divisoria imaginaria, exactamente en ese pequeño relieve de nuestro mapa, en la frontera norte.
En ese trayecto, tanto de ida como de vuelta, nos topamos con varias personas que desde sus botes a remos lanzan el cordel a la espera de que ‘pique’ un robalo, corvina, raya o un charola. Este viaje resulta una experiencia intensa que se funde en nuestro ser con ese calor abrasador, propio del trópico, como ese calor que irradia su gente.
LA OTRA CARA
Los agricultores de esta zona se organizaron en cuatro asociaciones como respuesta a la incontrolable contaminación y tala del bosque por las langostineras extendidas a lo largo de los manglares, además debido a la excesiva extracción de conchas, choros y cangrejos que habitan en los esteros que ponía en peligro la producción. Santiago Aguayo Urbina nos cuenta que frente a esta situación fue necesario establecer periodos de veda vía una ordenanza regional y poner en marcha un proyecto de siembra de conchas. Las langostineras se instalaron desde hace 30 años con pozas de entre una y tres hectáreas, cuyos efluentes son arrojados a los manglares.
Las larvas de los langostinos se reproducen en alta mar y acuden al manglar a través de los esteros (canales) en forma de plancton, permanecen alimentándose y ganando peso, a salvo de depredadores y aprovechando la marea alta para regresar al mar. La industria langostinera las extraen arrastrando sus redes, llevando consigo alevines y larvas de otras especies, que acaban esparcidas en la arena. Esta eliminación de otras especies genera degradación y empobrecimiento del ecosistema.
Este santuario fue creado el 2 de marzo de 1988, debido a su importancia como la única muestra representativa de los bosques de manglares en el Perú. Está considerado como uno de los ecosistemas más productivos del planeta. No sólo proporciona leña, estacas y puntales, sino que también es una barrera natural contra la erosión que producen las olas y mareas. Además, al producir una enorme cantidad de sedimentos y materia orgánica le va "ganando" terreno al océano.
Los manglares son importantes porque son los ecosistemas naturales de mayor productividad debido a su alta producción de materia orgánica, actúan come criaderos para muchas especies de peces y otros mariscos, sirven de habitáculo para una gran variedad de aves y otros organismos marinos, protegen la costa contra la erosión, las marejadas, tormentas y huracanes, funcionan como ‘pulmones’ del medioambiente porque producen oxígeno y usan el bióxido de carbono del aire y son importantes para la educación, investigación científica y el turismo.
MÁS DATOS
Al Santuario Nacional de los Manglares de Tumbes se llega por la carretera Panamericana que recorre longitudinalmente la costa del país. Desde la ciudad de Tumbes hasta la ciudad de Zarumilla hay 20 kilómetros, desde donde se desvía por la carretera carrozable que conduce al lugar conocido como El Algarrobo (9 Km.), en donde se ubica el Puesto de Control del Inrena. Lo recomendable es viajar entre abril y noviembre. El clima es tropical y soleado gran parte del año, con temperaturas anuales promedio del orden de los 25° C. Lluvias esporádicas entre diciembre y marzo. Numerosas embarcaciones realizan paseos guiados.• Los hombres que tienen el brazo más largo
Guido Sánchez Santur
Sasagui35@gmail.com
Es un ecosistema afamado mundialmente por su riqueza y variedad biológica. En 1985 lo conocí en una fugaz visita, mientras cumplía una misión periodística durante el último conflicto peruano-ecuatoriano. En esa oportunidad ingresamos por Puerto Pizarro hacia la Isla del Amor, donde se encontraba apertrechado un destacamento de la Marina de Guerra del Perú, cuyo uniforme de camuflaje se mimetizaba con la arena y la tupida vegetación que crece en la confluencia del agua salada del mar y la dulce de los ríos Tumbes y Zarumilla, en una extensa área poco profunda.
Con esa remota imagen, en diciembre último, retorné a este paraje expresamente para adentrarme en esa maravilla que se conoce como el Santuario Nacional Manglares de Tumbes. Desde la ciudad de Tumbes llegamos a Puerto 25 (provincia de Zarumilla) –ubicado en la zona de amortiguamiento- tras un recorrido de media hora.
Aquí nos recibe un grupo de amables lugareños, acompañados del jefe del Santuario, Oscar García Tello, biólogo trujillano que ya se acostumbró al calor tumbesino. En este sector, la comunidad organizada con apoyo de la cooperación internacional, construyó algunas habitaciones utilizando madera para acoger a los turistas que deseen pernoctar entre la naturaleza, arrullados por el trinar de las aves. Ellos han comprendido que el turismo es una actividad rentable y que es posible complementarla con sus labores agropecuarias cotidianas.
Provistos de chalecos salvavidas, abordamos el bote con motor fuera de borda que nos traslada, por las tranquilas aguas de los canales o esteros, hacia ese bosque tropical de 2 mil 972 hectáreas, distribuidas en cinco islas (Correa, Matapalo, Roncal, Chalaquera y Las Almejas), que nos despierta intensas emociones en cada tramo que avanzamos.
Nos quedamos maravillados con la planta del mangle que, como un gigante, extiende sus largas raíces que, a modo de zancos (rizóforas) se descuelgan de las ramas y se posan en el lodo, ganando terreno al mar al capturar el sedimento de las aguas turbias. García Tello nos explica que son cinco las especies de mangle: rojo, colorado, blanco, salado y botón, pero solo tienen esa característica las dos primeras.
En las partes más elevadas del manglar crecen los cangrejos de las especies arañita, el rojo, sin boca, sastre (tijera en el lado derecho) y violín (tijera a la izquierda). La fauna asociada es de origen marino y terrestre. Se caracteriza por la abundancia de crustáceos y moluscos (conchas y caracoles). En los estudios se identificó 33 especies de caracoles, 34 de crustáceos, 24 de moluscos con conchas y 105 peces. En este hábitat se refugia el cocodrilo de Tumbes (Crocodylus acutus), que se encuentra en vías de extinción.
Asimismo, anidan 157 especies de aves, de las cuales ocho son endémicas, es decir que solo viven en este lugar (Tordo Manglero, Huaco Manglero, Garza Tigre, Garza Cangrejera o Ibis Blanca, Gavilán de Mangle, Chiroca Manguera, Gallineta de Mangle y Ave Limícola). También hay 31 migratorias, provenientes de Norteamérica, en su mayoría (flamencos, pata cuchiviri). Otras especies llamativas son el perrito conchero, la nutria noreste, el oso manglero o mapache(parecido al oso hormiguero), espátula rosada, cigüeñuela, sarapito (ave).
EL BRAZO MÁS LARGO
El acceso a la espesura del mangle es a través de senderos habilitados con tablas de madera, con pequeños muelles para el desembarco de los turistas que buscan apreciar la vegetación desde adentro. Nosotros descendimos en El Oscuro, recién reconstruido y donde nos esperaba Santos Gerardo Nole Hernández, conocido ‘conchero’ y ‘cangrejero”, pues se dedica a la extracción de las preciadas conchas negras y cangrejos, especies que construyen escondrijos en el fango del mangle.
Este personaje es muy singular, al igual que los demás que se dedican a esta actividad, no solo por ser un experto en reconocer el tamaño y el género del Cangrejo Rojo con solo observar el hoyo (los machos abren un orificio más grande), sino también porque uno de sus brazos lo tiene más largo y más grueso a causa del enorme e incesante esfuerzo que hace al introducirlo en esa tierra movediza, siguiendo la trayectoria del animal, cual si fuera un barreno humano, hasta un metro de profundidad.
Su rutina diaria comienza a las 8 de la mañana y se prolonga hasta las 3 de la tarde, previamente se traslada en su pequeño bote a remo provisto de su indumentaria especial: un guante alargado de tela gruesa en el que introduce su brazo para evitar lastimarse con las piedras o trozos de madera que están enterrados, y una gorra con un trapo que le protege el cuello de los intensos rayos solares. En cada jornada captura un promedio de 48 ejemplares. No siempre encuentra su presa en cada hoyo, con regularidad se escapa. Esta labor la complementa con la extracción de conchas que se encuentran en la orilla de los canales. Esto es menos dificultoso.
Proseguimos nuestra ruta hasta la ruidosa isla Las Torderas, en cuyo bosque se posan las aves marinas esperando que baje la marea para buscar su alimento en las orillas o pescar sus especies preferidas.
Después de dos horas de recorrido en el bote, avistamos el puesto de vigilancia Matamonos, ubicado en la isla Punta Capone a cargo de la Marina de Guerra del Perú, y al frente, separado por el canal internacional, está el puesto de vigilancia ecuatoriano. En ese punto no resistimos la tentación de pisar suelo peruano y ecuatoriano, a la vez, pues nos encontrarnos en la línea divisoria imaginaria, exactamente en ese pequeño relieve de nuestro mapa, en la frontera norte.
En ese trayecto, tanto de ida como de vuelta, nos topamos con varias personas que desde sus botes a remos lanzan el cordel a la espera de que ‘pique’ un robalo, corvina, raya o un charola. Este viaje resulta una experiencia intensa que se funde en nuestro ser con ese calor abrasador, propio del trópico, como ese calor que irradia su gente.
LA OTRA CARA
Los agricultores de esta zona se organizaron en cuatro asociaciones como respuesta a la incontrolable contaminación y tala del bosque por las langostineras extendidas a lo largo de los manglares, además debido a la excesiva extracción de conchas, choros y cangrejos que habitan en los esteros que ponía en peligro la producción. Santiago Aguayo Urbina nos cuenta que frente a esta situación fue necesario establecer periodos de veda vía una ordenanza regional y poner en marcha un proyecto de siembra de conchas. Las langostineras se instalaron desde hace 30 años con pozas de entre una y tres hectáreas, cuyos efluentes son arrojados a los manglares.
Las larvas de los langostinos se reproducen en alta mar y acuden al manglar a través de los esteros (canales) en forma de plancton, permanecen alimentándose y ganando peso, a salvo de depredadores y aprovechando la marea alta para regresar al mar. La industria langostinera las extraen arrastrando sus redes, llevando consigo alevines y larvas de otras especies, que acaban esparcidas en la arena. Esta eliminación de otras especies genera degradación y empobrecimiento del ecosistema.
Este santuario fue creado el 2 de marzo de 1988, debido a su importancia como la única muestra representativa de los bosques de manglares en el Perú. Está considerado como uno de los ecosistemas más productivos del planeta. No sólo proporciona leña, estacas y puntales, sino que también es una barrera natural contra la erosión que producen las olas y mareas. Además, al producir una enorme cantidad de sedimentos y materia orgánica le va "ganando" terreno al océano.
Los manglares son importantes porque son los ecosistemas naturales de mayor productividad debido a su alta producción de materia orgánica, actúan come criaderos para muchas especies de peces y otros mariscos, sirven de habitáculo para una gran variedad de aves y otros organismos marinos, protegen la costa contra la erosión, las marejadas, tormentas y huracanes, funcionan como ‘pulmones’ del medioambiente porque producen oxígeno y usan el bióxido de carbono del aire y son importantes para la educación, investigación científica y el turismo.
MÁS DATOS
El trayecto de Trujillo a Tumbes demora 10 horas en bus. El único que tiene servicio directo es El Dorado. La otra posibilidad es hacer una escala en Piura abordando los buses de Emtrafesa, Ittsa o Transportes Chiclayo. Desde ahí se puede trasladar en taxi colectivo o también en las empresa Eppo, El Dorado y otros.
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